Melissa Martinez
La libertad se encuentra en el caos del mar

Qué son los cambios si no más que olas en el mar. Olas que viene y olas que van. Unas son grandes y otras son pequeñas, pero siempre, todas ellas, regresan al mar.
Hay olas que duran. Hay otras que desaparecen casi instantáneamente. Cada ola tiene su propio baile, su propio tiempo, su propio ritmo.
Ellas no se cuestionan cuándo será su inicio, o cuándo será su final. Simplemente están alegres de participar en la danza del mar.
Aquella persona que aprende a surfear las olas del mar, a moverse con ellas, a convertirse en ellas, es libre. Libre de las ataduras del tiempo.
Aquella persona que surfea alegremente las olas, celebra cuando está en lo más arriba, y agradece cuando está abajo.
La persona que surfea las olas confía plenamente en el caos del mar. De hecho, el caos del mar es su mismísimo maestro. Todas las caídas. Todas las revolcadas. Todos los intentos. Todas las victorias.
La persona que surfea es un master en el rendirse. Se rinde ante la batalla, porque entiende que únicamente así podrá saborear total y plenamente la unión divina con la ola. Nada que controlar. Nada que planear. Nada a que aferrarse.
Simplemente estar.
Este cierre de año ríndete ante los cambios, ante las olas, ante las revolcadas, ante la inmensidad del mar.
Súbete a tu tabla, encuentra elegantemente el balance sobre tus pies, dirige la mirada hacia el horizonte, y déjate llevar.
Déjate llevar por la ola que es tu vida. Sonríe. Los cambios únicamente son parte de la danza divina. Y tu única tarea es decidir si quieres bailar o no.