top of page
Buscar
  • Foto del escritorMelissa Martinez

Poniendo límites sanos entre padres e hijos


Si algo les recomiendo a los papás es nunca, pero nunca hablar mal de su pareja (o ex pareja) enfrente de los hijos.

Escuchar a tu madre hablar mal de tu padre (o viceversa) es como estar en una batalla en contra de tus héroes. Es sumamente confuso, doloroso y muy agobiante.

Y por lo general en una familia siempre hay uno al cual “se agarran” (luego profundizaré más en este concepto) de terapeuta o de solucionador de conflicto.


En mi familia, esa fui yo.


Después de algunos años de trabajo interno, terapia, yoga, meditación, pensaría que ya no me afectan este tipo de comentarios o situaciones, pero si soy completamente honesta y transparente, me siguen causando dolor y decepción.


Sigo pensando en este ideal en el cual la separación y divorcio de mis padres ya no crean asperezas o conflicto en la familia. Pero la realidad de las cosas es que no es así. Muchas veces es como un sube y baja. Cuando el sube y baja está arriba, el cielo se ve increíble, pero cuando está abajo, siento que mi cara se estrella contra la tierra.


Pero ahora déjame te digo lo que he aprendido acerca de poner límites sanos. Porque no se trata de victimizarnos, ni de culpar o apuntar el dedo. Se trata de hablar las cosas como son para traer claridad, de colocarnos en este espacio incómodo y vulnerable para ir descubriendo qué me toca hacer a mi y que te toca a ti, y con esta claridad tomar completa responsabilidad de nuestros actos.


Mi cerebro está cableado para solucionar, para ver por todos antes que ver por mi. Cuando veo o siento que alguien de mi familia está triste o enojado, quiero salir corriendo para ver qué puedo hacer para hacerlo sentir mejor. He de ahí mi “control freak”. Si por mi fuera yo les diría a todos qué hacer y cómo hacerle.

¿Suena saludable no?


Y te lo comparto para que veas cómo es que se necesitan 2 para bailar tango. Cuando te dije que por lo general hay alguien en la familia que lo agarran de terapeuta o mediador, es porque esa persona se lo compra. Se compra la idea de que es su responsabilidad solucionarle la vida a los demás. Y así como se tomó ese papel muy personal, así puede también salir de él.


Me tomó muchos años darme cuenta de esta dinámica. De cómo yo decidía quedarme a escuchar las críticas de mi papá o de mi mamá, con tal de no herir los sentimientos del otro, con tal de ser la medicina del otro.

Pero estar alimentándote de ese tipo de comentarios, o peor aún, comentarios negativos acerca de las personas que te criaron es súper tóxico. A nadie le gusta escuchar cosas negativas de los seres que más amas, aún y cuando estés consciente de la falta o error que la persona hizo.


Para hacer el cambio de dinámica no puedes esperar a que el otro cambie, o a que el conflicto nunca vuelva a suceder, porque créeme, te vas a quedar esperando.

Necesitas ser tú la que pone límites. Necesitas ser tú el que se hace responsable de su propio bienestar. Necesitas ser tú el que dice: no, lo siento, eso no me lo puedes contar a mi.


Como hijos necesitamos ser eso, hijos, no padres de nuestros padres. Y como padres (o futuros padres) necesitamos dejar de ver a los hijos como terapeutas o confidentes. Para eso la vida nos ha obsequiado de amigos.


El poner límites sanos sin sentir culpa o remordimiento ha sido todo un aprendizaje para mi, es una práctica diaria. En ocasiones he tenido que decir directamente: “si necesitas desahorgarte, házlo con tu amiga, terapeuta o grupo de apoyo. Me lastima que me hables así de ella (él). Yo quiero mantener una imagen saludable y amorosa de los dos”, y aunque es incómodo, me ha funcionado muy bien, siempre y cuando lo diga desde un espacio de amor y respeto.

Tal vez al principio no te lo tomen de la manera más amable, sobre todo si han sido años de esta dinámica entre ustedes, pero basta con empezar.

Y cada vez se hará más fácil. Sobre todo cuando lo haces con la plena convicción de que tu bienestar importa. Que tu vida importa. Y que no eres egoísta por pedirlo, si no todo lo contrario.

Cuando ponemos límites sanos nos estamos regalando a nosotros mismos el privilegio de estar en nuestro poder, y le estamos regalando al otro la oportunidad de hacer lo mismo, no con nuestro juicio o reclamo, si no con nuestro ejemplo.


70 visualizaciones2 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo
bottom of page